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Thursday, March 1, 2012

Another one bites the dust


Para leer la versión en inglés en Caracas Chronicles, hacer click aquí: Another one writes the post 
 
Tras años de lucha contra el SIDA, Freddy Mercury murió una tarde de noviembre de 1991, y con él, un proyecto musical llamado Queen. Nunca hubo duda, Freddy Mercury era Queen. Poco hubiesen importado los esfuerzos del guitarrista Brian May por encontrar un reemplazo adecuado —uno que no se sintiera como una vulgar imitación del Sr. Mercury— o por darle un corte distinto a la banda: la reina había muerto.

Durante la convalecencia del famoso cantante inglés de ascendencia indoeuropea, éste negó en repetidas ocasiones su situación. Incluso cuando su deterioro físico por causa de la enfermedad era más que evidente, Mercury negó a los medios que su condición fuera tan seria como se especulaba.

En vez de descansar y tratarse como correspondía, Mercury trató de mantenerse activo. Pero poco pudo el titán contra una enfermedad, que en aquella época tenía la mortal connotación de “cáncer”. Poco a poco fue desapareciendo de la escena pública. Su última aparición, fue gracias a un sobrehumano esfuerzo con el que grabó el video de These are the Days of Our Lives, pocos meses antes de su muerte.

Mercury mantuvo las informaciones sobre su enfermedad bajo gran hermetismo mientras pudo:

“Respondiendo a las informaciones y conjeturas que sobre mi han aparecido en la prensa desde hace dos semanas, deseo confirmar que he dado positivo en las pruebas del virus y que tengo SIDA. He procurado mantener oculta esta información para proteger mi vida y la de quienes me rodean, pero ha llegado el momento de que mis amigos y fans de todo el mundo conozcan la verdad y espero que todos se unan a mi, a mis médicos y a todos cuantos luchan por combatir esta terrible enfermedad. La privacidad siempre ha sido muy importante para mi y siempre he sido conocido por haber concedido pocas entrevistas. Por favor entiendan que ésta política se mantendrá.”

Poco más de veinticuatro horas luego de que su equipo hiciera pública esta declaración, Mercury murió.

Por años se escucharon propuestas de reemplazos de Mercury para relanzar la banda. Se habló de su íntimo amigo Elton John, también del polifacético David Bowie —cuyo aporte a la banda como compositor y acompañante en el éxito Under Pressure era ampliamente conocido— y recientemente de Robbie Williams. Paul Rodgers los acompañó por cinco años entre 2004 y 2009, pero siempre como Queen + Paul Rodgers; con lo cual queda claro que cualquier cosa que hiciesen sería cualquier vaina menos Queen, porque Freddy Mercury era Queen.

La reina ha muerto. Dejó su marca indeleble en la historia del rock & roll y a un despechado club de fans, que con el tiempo —sin dejar de tenerla en especial consideración—, pasaría la página para seguir a otros artistas y venerar a otros dioses. Como pasa con todo.

Friday, October 7, 2011

Encrucijada


Cuento Publicado en Revista Clímax (02/09/11)

—Seguimos aquí en Más sabe el Diablo. Con lo mejor del blues y el rock & roll, a través del dial de la bestia, carretera al infierno, 99.9. Velándoles el insomnio hasta las tres de la mañana. Ahora, para variar: sus “majestades satánicas”.

“Please allow me to introduce myself
I am a man of wealth and taste…”

El turno de la madrugada había sido el gran logro de mi vida. Ponía la música que me gustaba y nada más. Solo, sin control ni censura. Pero esa noche, mientras sonaban las congas introductorias de aquel himno de maldad que es Simpatía por el Diablo, mi deliciosa soledad fue interrumpida con tres golpes secos a la puerta de la cabina de radio. Al abrir, me encontré con un hombre espigado y viejo, vestido con jeans y franela negra. Su rostro, no lo recuerdo. La conversación, nunca la olvidaré.

—Tengo años observándote, Andrés —dijo el hombre, mientras se acomodaba en la silla opuesta a la mía.
— ¿Años observándome?
—Mejor dicho, escuchándote. Me gusta mucho tu programa, pinchas buena música. Y todo el tema es… bueno, tengo que admitir que es halagador.
— ¿Quién es usted?
—Tengo muchos nombres y ninguno es de mi predilección —respondió mientras acariciaba la carátula del disco de los Stones que estaba sonando— Lucifer, Belcebú, Satanás, bla, bla, bla; pero tú, Andrés, puedes llamarme Mick.
— ¿Y por qué está aquí?
—Pues para la entrevista ¿para qué más?

Su voz era cariñosa, hipnótica y arrulladora. Algo en su porte me era familiar, como un abuelo. Me sentí cómodo siguiéndole la corriente. Entonces, comencé con la improvisada entrevista:

—Esta noche les tenemos una sorpresa muy especial. El Príncipe de las Tinieblas en persona o, como prefiere que le llamen, Mick.

—Muchas gracias por recibirme en este “mi programa”, aparentemente. Porque soy yo el que más sabe por viejo ¿cierto?

—Empecemos por lo básico: ¿Cuál es la música qué más le gusta, Mick?

—Tú mejor que nadie sabes que lo mío es el blues. He guiado las manos y las mentes de los más talentosos músicos para hacer de esa sencilla progresión mi propia banda sonora. Estuve ahí, desde el comienzo, gestándola en los corazones de los esclavos en las plantaciones del sur de los Estados Unidos. La cercanía de esos hombres y mujeres al vudú y la magia negra me permitió plantar la semilla con facilidad. Y cuando estuvo lista, bastó con sentarme al lado de un tal WC Handy, en una vieja estación de tren, y tocar un par de acordes para llamar su atención. Handy tenía años buscando un nuevo sonido, algo fuera de lo común, que lo sacara de las orquestas de música religiosa y de los viejos standards americanos. Desesperado, pidió mi ayuda. Hicimos un trato y lo convertí en el precursor del blues. Eso fue hace más de cien años. El resto es historia.

—Déjeme adivinar: “cuidado con lo que deseas porque puedes recibirlo.”

—Pues no, cumplo a cabalidad con mis promesas y mis contrapartes quedan bastante satisfechas con lo que reciben. No hay trampas, no hay trucos. Doy lo que me piden y cobro lo acordado.

—Entonces, podemos decir que el Diablo camina por la tierra haciendo milagros.

—Milagros no. Deberías saber que los milagros no son mi departamento. Lo mío son deseos terrenales. Concedo lo posible. Por ejemplo, yo sé, Andrés, que uno de tus tormentos más grandes es la juventud desperdiciada. Quisiste vivir de tu música. En tu cabeza, crees que pudiste hacer mucho más con tu talento, pero la flojera innata, que crees tener, no te lo permitió. Por más que tú y yo hiciésemos un pacto y, por más que yo quisiera, no podría darte juventud. No puedo borrar tus canas ni plancharte las arrugas, menos todavía podría rebajarte la barriga, para eso sí requerirías de un verdadero milagro. Lo que sí puedo, es hacerte famoso con tus talentos. De alguna manera, recuperar ese tiempo perdido.

— ¿Y cuál es el pago por sus favores?

—Pues la respuesta es obvia: el alma, por supuesto.

— ¿Qué significa venderle el alma al Diablo?

— ¡Excelente pregunta! El alma, Andrés, aunque tú no creas, es lo más puro y valioso que tiene una persona. Es lo único eterno, amigo mío. El alma es tu ticket al paraíso, al infinito y al vendérmela, cuando mueras, simplemente se apagará la luz.

—Alto precio, para quien crea en esas cosas, claro. Damas y caballeros, para los que nos están sintonizando en este momento, la noche de hoy tenemos a un invitado de ultratumba, estamos conversando con el Diablo. Mick, estabas diciendo que tus favores se pagan con el alma, ahora ¿qué pasa si alguien se arrepiente y quiere cancelar el contrato?

—Podrás imaginar, mi querido amigo, que tengo a los mejores abogados a mi lado. Son un mal necesario pues ya los contratos no se firman con sangre, se imprimen en papel bond y tinta negra. La penalidad por incumplimiento es muy justa y sencilla. Quién se retracte, tendrá que entregarme aquello que represente el afecto más importante en su vida, el problema —y aquí es donde entran mis fantásticos abogados— es que no siempre sabrá exactamente lo que es. Hay quienes piensan que pueden vivir sin un artefacto, una persona, una meta cumplida, cancelan el contrato y yo les quito algo que no esperaban. Tú conoces muy bien la historia de Robert Johnson, ahora lo llaman el Padre del Delta Blues. El anhelo más grande del señor Johnson fue convertirse en una leyenda viviente. Tras un encuentro en una oscura carretera de Missisipi, afiné su guitarra y le enseñé un par de tonadas. El muchacho perfeccionó su técnica y, con lo que aprendió de mí, compuso Crossroads, esa vieja canción donde relató nuestro encuentro. Pero el muchacho venía de una familia muy religiosa. Al poco tiempo vino a pedirme su alma de vuelta. Yo se la entregué y, a cambio, le quité la vida. Se convirtió en una leyenda, pero décadas después de su muerte. La gente siempre ha dicho que la música de Robert Johnson sonaba como si tocará dos guitarras al mismo tiempo. En cierta forma era verdad. Por un lado tocaba él y, por el otro, tocaba yo.

—Increíble ¿alguna otra historia de famosos retractándose de sus promesas?

—George Harrison, por ejemplo, trató de rescindir el contrato involucrándose con cuanta religión pudo. Pero al final, le quité el amor de su esposa, Pattie Boyd, y eventualmente la puse en manos de Eric Clapton, su mejor amigo. 

— ¿Y Clapton? ¿Su talento también es comprado?

¿Eric? Jamás, su talento sí es nato. No, Eric quería otra cosa, el amor de una mujer y, como te dije, la puse en sus manos. El gran Slowhand pasó años tratando de llamar mi atención y solo pudo invocarme tras grabar una magnífica versión de Crossroads, la canción que Robert Johnson me dedicó. Lamentablemente, luego de haberle entregado el cariño de la ex de Harrison, el hombre se echó para atrás. Tuve que esperar años antes de encontrar algo que calificara para compensar mi pérdida. Y entonces, en 1986, Eric tuvo un hijo.

—Entonces, la muerte del hijo de Clapton…

—Más que suficiente pago por el valor de su alma. Puedo pasar horas enumerándote historias de famosos: Apunté la escopeta de Cobain; fui dealer de Morrison, Hendrix, Joplin y mejor ni hablemos de El Rey. Todos ellos se retractaron y pasaron, como dirían ustedes, a mejor vida.

—Mick, lo siento, pero cuando hablas de vida eterna, me pierdes.

—Pues entonces, estás en la mejor de las posiciones, Andrés. Y aquí llegamos al verdadero motivo de mi visita. Me caes bien y quiero ayudarte. Puedes verlo como una apuesta: si yo digo la verdad, cumplo tus deseos y me quedo con tu alma. Si no, tú continuarás con tu vida simplona hasta el día que te mueras. En cualquier caso, tendrás la seguridad que al final las cosas serán exactamente como crees que son. Se apaga la luz y ya. Tienes las reglas claras. Piénsatelo Andrés, en menos de tres meses recibirás mi oferta formal. No te arrepentirás, espero. Entre tanto, te agradezco me complazcas con una canción. Tú sabes cuál.


Han pasado dos meses y veintinueve días desde mi encuentro con Mick. No lo he vuelto a ver. Sin embargo, desde que algún loco montó el audio de mi entrevista con “el Diablo” en Youtube, la cuestión se ha convertido en un fenómeno mundial. Ahora, me encuentro sentado en las oficinas de la Warner Bros. Me ofrecen un contrato discográfico incluyendo película y libro. Bolígrafo en mano y listo para firmar, tormentosas preguntas azotan mi cabeza: ¿Será que Mick era el Diablo y está cumpliendo su parte? —De ser así— ¿Existirá un más allá, un Dios, un alma? ¿Vendrá a cobrar? La única certeza que tengo en este momento, es que la promesa de cumplir todos mis sueños y anhelos, yace frente a mí, en un maldito contrato, redactado por abogados e impreso en papel bond y tinta negra.

Friday, July 1, 2011

La Vida y la Noche

Este post no tiene nada que ver con la cadena de esta noche, la más corta que ha dado el presidente en años, probablemente. Es de antes, de la semana previa, cuando no podíamos más con las teorías de conspiración y nos escapamos a ver a La Vida Boheme en el Teatro.

Lean en Código Venezuela La Vida y la Noche

Sunday, May 15, 2011

Sigo

Tras un mes de lucha contra las malignas fuerzas de Intercable he vuelto al ciberespacio. Esta batalla la gané yo, pero la guerra continúa. Así pues, me encontré frente a un sin fin de actualizaciones de facebook, emails y tweets que prometían una larga y deliciosa jornada de chismes y oneliners inútiles. Pero la buena providencia guió mi mano y, en vez de pasar una mañana de podredumbre mental, le dió click a download para bajar la primera producción discográfica de Americania: Sigo. Nos traen un sonido complejo, madurado, inteligente y más importante aún, distinto. Todo un orgullo nacional y la mejor expresión de hacia donde vamos musicalmente. Me quito el sombrero.

No vale la pena que pierdan el tiempo leyendo, mientras trato de describir y elogiar con palabras la obra de Pizzolante, Añez y Casas; su mensaje y su música no requiere más carta de presentación que darle a play y escuchar. Para descargar el disco hagan click en www.americania.com.ve y sigan las instrucciones. Enjoy!

Friday, May 6, 2011

Un abogado para Onechot

[Vieja foto mía en los 90, cuando llevaba el poderoso Jewfro]

Aparecí coleado en una edición de Guayoyo en Letras junto a luminarias de la movida rockera criolla. A continuación, el link de mi último artículo: Un abogado para Onechot

Saturday, August 14, 2010

Rock & Roll! publicado en Prodavinci

A new hope...

Lean mi artículo publicado en Prodavinci sobre el pasado, presente y futuro del Rock Nacional haciendo click aquí: Piratas del Valle de Caracas

Wednesday, July 14, 2010

TDK


Hay costumbres que deben mantenerse aunque sean absurdamente cavernícolas. Grabar un mixtape era un arte que requería de tiempo, dedicación y mucha paciencia. Desde el momento en que se empujaban los botones de rec y play al mismo tiempo comenzaba a fluir la adrenalina. Un sentimiento parecido al que deben sentir los pintores luego de hacer un trazo en el lienzo, la angustia de la perpetuidad, muchas veces preferible seguir a borrar y terminar de poner la cagada. Coordinar cada canción con la pausa adecuada entre cada una, calcular cada lado para que no se corte ni un segundo de la obra y escribir en las etiquetas en letra legible cada canción en el orden correspondiente, todas tareas dignas de la minuciosidad y el pulso de un cirujano.

Pero más allá de la parte técnica, el verdadero arte estaba en la selección del contenido. Escoger las canciones correctas y grabarlas en un orden coherente con la persona o la ocasión era solamente posible a través de años de práctica o de un talento innato digno de reconocimiento internacional.

La tapa del frasco era regalar el cassette. Un regalo de muy bajo o ningún costo monetario y con un valor sentimental muchísimo más grande que la más cara de las pulseritas, solamente comparable con un poema escrito a mano. Aparte de un magnifico regalo que describía con música el retrato de una relación adolescente, un mixtape también podía ser el diario accidental de un despecho, una semana santa, un viaje, una rumba, un año, una moda, una amistad… en fin, una época.

Hoy me encontré con un CD que grabé hace 7 años, lamentablemente todos mis cassettes se desintegraron y mis cassetteras deben estar enterradas en alguna chivera de la panamericana. Esto es lo más cercano. Me reí mucho. A continuación incluyo el contenido del disco, por favor no me juzguen, les podría pasar a ustedes.

1. We didn´t start the fire, Billy Joel: Qué mejor forma de empezar.
2. Crazy in Love, Beyoncé featuring Jay-Z: WTF, simplemente inexplicable, aparentemente fue lo más cercano que encontre a “Staying Alive.”
3. Smooth, Santana featuring Rob Thomas: Puro power, supongo que para enfrentar la noche.
4. Mr. Roboto, Styx: Lo confieso, absoluto Styx fan.
5. Let´s dance, David Bowie: Necesitaba un poco de Bowie, muy apropiado luego de Mr. Roboto.
6. Last Nite, The Strokes: Ánimo que queda noche por delante.
7. Epic, Faith no more: El orden hasta ahora revela que en esa época estaba seriamente desequilibrado.
8. Come with me, Puff Daddy featuring Jimmy Paige: Gran homage a Kashmir de Led Zeppelin, pre Puffy, P. Diddy, Diddy, Sean “Puffy” Combs.
9. Bring me to life, Evanescence: WTF, sería culpa de la jevilla de turno.
10. Heroes, David Bowie: Backup en caso de que la noche deje de ser Smooth.
11. Brown Eyed Girl, Me first and the Gimme Gimmes (Ska cover): No me ReCURDO.
12. Hey Jelousy, Gin Blossoms: Nostalgia por el pasado, even then.
13. Disarm, Smashing Pumpkins: Ditto.
14. Soul to Squeeze, Red Hot Chili Peppers: Respect.
15. Man on the moon, R.E.M.: La noche se torna depre.
16. Wish you where here, Pink Floyd: Despecho.
17. Into the west, Annie Lennox: Y de las cenizas se levanta, una vez más, Aragorn hijo de Arathorn.

Como bono aquí les dejo un famoso quote de Nick Hornby (High Fidelity) sobre la complejidad de los mixtapes:

“To me, making a tape is like writing a letter — there's a lot of erasing and rethinking and starting again. A good compilation tape, like breaking up, is hard to do. You've got to kick off with a corker, to hold the attention (I started with "Got to Get You Off My Mind", but then realized that she might not get any further than track one, side one if I delivered what she wanted straightaway, so I buried it in the middle of side two), and then you've got to up it a notch, or cool it a notch, and you can't have white music and black music together, unless the white music sounds like black music, and you can't have two tracks by the same artist side by side, unless you've done the whole thing in pairs and...oh, there are loads of rules.”

Wednesday, June 30, 2010

Sunday, May 9, 2010

Reality killed the Video Star*


Como buen adolescente 90210, yo crecí con MTV. Mis viejos nunca entendieron como podía pasar tantas horas pegado a Cablevisión viendo videos de rock. Nirvana, Pearl Jam, Tom Petty, Metallica, Counting Crows, Michael Jackson, Red Hot Chili Peppers, R.E.M., Stone Temple Pilots, Blind Melon, Soundgarden, Faith No More (el video de Epic es mi favorito de todos los tiempos), 4Non Blondes, Guns n´ Roses, Aerosmith, Alicia Silverstone por dios! Creo que hubiese podido pasar todo el bendito día viendo a la Silverstone colgando de un puente y pintándole una paloma a su ex. Me gustaba tanto que hasta su película me pareció una maravilla y hasta el sol de hoy la defiendo a capa y espada. En fin, los videos eran geniales y sus directores unos maestros. En un espacio de 3 minutos contaban historias que le alborotaban las hormonas a sus inseguros y fieles espectadores. Lograban entretener. Horas de mi vida, días, meses, bienvenidos Beavis y Butthead a comer a mi casa. MTV Unplugged, no hay palabras, absolutamente genial. El Unplugged de Nirvana es quizás uno de los conciertos televisados más vistos de la historia. Recuerdo una vez mientras veía el clip de Where did you sleep last night por la enésima vez, que mi mamá pasó cerca y al ver el alarido de dolor de Cobain al final de la canción, me dijo en tono de madre preocupada “ese tipo pareciera que se fuera a suicidar, porque ves eso?” Eso fue dos años después de la desaparición de Cobain, mejor caracterización del concepto de teenage angst, imposible. En fin, todos fueron increíbles Eric Clapton, Charlie García y si, por qué no, Shakira también.

El tiempo pasa, inevitable. Y con el paso del tiempo uno se va complicando la vida. Poco a poco empecé a perder el tiempo en otras cosas y quedó poco para dedicarle a los videos. Descuido total. Ya entrado en la Universidad, todavía me quedaba la costumbre de surfear por MTV un par de minutos una vez por cuaresma, no lo suficiente como para familiarizarme con la programación. Sí veía con cierta satisfacción que mi hermana más pequeña había heredado la costumbre y se tomaba la molestia de regalarle tiempo a mi canal favorito. Sabía que ella no podía tener exactamente el mismo gusto musical que yo, pero no me quedaba duda que mi canal haría la tarea de criarla adecuadamente, tal y como hizo conmigo.

Pero cual es mi horror, al descubrir lo que los ejecutivos habían hecho con el canal. MTV, el que alguna vez fue para mí un símbolo de rebeldía adolescente, ahora no hacía sino transmitir videos para carajitas y mariquitos. Backstreet Boys, Britney, Nsync, Pink, Avril Lavigne, Cristina Aguilera y Lady Mermelada, no sigo con la lista porque se me revuelve el estomago. ¡Que mierda! ¿Y cual fue el resultado de esta diarrea audiovisual?????? Una dama llamada Nueva York y una señorita de nombre París. Maldita sea. Malditos sean todos. Flavor Flave, Brett Michaels y su autobús de zorras, Daisy, Tila, Room Raiders, Next, Tool Academy, Double Shot of Love, I love Money, Ray Jay. Jackass se medio salvaba en su época, pero ahora hay cuarenta programas iguales en donde todos sale el hijo de su madre Bam Margera. ¡Coño de su madre! ¿Y los videos? Ni Britney.

Eso fue el año pasado. Este año si se la terminaron de comer. Cuando pensábamos que la cosa no podía ser peor, un programa llamado Jersey Shore se apoderó del Espectro Radioeléctrico. Para que se entienda, Jersey Shore es las Kardashian a la N potencia y Snooki es el engendro de Satanás con Kim.

Perdónalos Dios, no saben lo que han hecho. La cultura yankee absorbe todo como una esponja. Las gringas ven a Kate Goselling como un fashion icon y a Paris Hilton como la encarnación de la elegancia y el estilo. Hasta hace nada algunos sitios de Nueva York pagaban hasta 10 palos a los niches de la costa de Jersey para que los visitaran como campaña de marketing. Yo a esa gente solo la iría a ver al zoológico, si me pagan.

El primo cuarentón también anda en lo mismo, Vh1 pasa la misma mierda. En lo único que puedo pensar es en que Karma se la jugo feo a mi canal favorito. Para llegar a esa conclusión me tuve que pasar las de Caín. Me pegué todos los reality shows que pude, me torturé por interminables horas viendo a New York resolverse con la parida de idiotas más grande del planeta, a Sanyaya tratando de demostrar su ausente masculinidad en medio de la selva y viendo a una exestrella de rock hacer el ridículo en busca de una stripper con aptitudes de ama de casa. Pero ahí no estaba la respuesta, tampoco en los boy bands y las estrellas adolescentes pop de finales de los 90 y principios de esta década.

Karma le cobró una vieja, la más vieja de todas: Video killed the radio star. Lo que está pasando ahora ya había pasado antes y volverá a pasar. Nos burlamos de la noble radio y tratamos de imponer un medio que nos enseñaba a nuestros ídolos más de cerca. Y la inmediatez de estos tiempos y el morbo de la gente nos mataron.

Lo peor de toda está porquería es que la mayoría tiene sus esperanzas puestas sobre los hombros del hermanito menor de Cristina Aguilera, quién tras haber quedado picado de culebra con el Voulez-vous coucher avec moi (ce soir)? de su hermana asumió el pseudónimo Lady Gaga y se adueño de las discotecas con canciones Britney style, que la gente, estúpida como siempre, llama progresivas.

No hay consuelo y tenemos pocas esperanzas. Yo solamente sueño con el día en que el Gran Cornholio renazca de las cenizas como el Ave Fénix y, armado de una sobredosis de cafeína, acabe con todos estos hijos de puta.


*Este post lo escribí hace 1 año en medio de un ataque de ira, sin pretensiones bloggeras. Porsia las moscas, el título se lo puse antes de que Robbie Williams sacara su álbum homónimo.


Tuesday, April 6, 2010

Paul is a dead man


Yo no viví la época de los discos de pasta. Yo soy de la época de los minicomponentes no tan mini que traían radio, doble cassette, CD changer de 5, ecualizador y, como si fuera el frosting de la torta, una aguja en el tope. En un limbo entre el cassette y el Ipod, mi contacto más cercano con el Long Play fue cuando estuve en la Universidad. Teníamos la costumbre de estudiar siempre en la misma biblioteca de un viejo amigo que hace mucho tiempo ya no veo. La biblioteca, además de tener una colección de libros que iba desde la Puertas de la Percepción de Huxley hasta el libro de Mormón, estaba equipada con una cantidad de artefactos casi inservibles y perfectos para procrastinar hasta la muerte. Una Stratocaster a la que le faltaban dos cuerdas, VHS, Beta, equipo fotográfico y químicos de revelado con su respectivo cuarto oscuro improvisado en el baño, unas congas, el cooler con nuestra colección de cenizas y un viejo tocadiscos que venía acompañado de una caja polvorienta llena de joyas del Rock & Roll. Nuestras sesiones de estudio se convertían en largas tertulias sobre música y cine. Un día, con pocas horas antes del examen y ya bien adentrados en la hora del lobo, vino en mano y buscando excusas para distraernos del hecho de que no íbamos a terminar la materia, sacamos la caja de discos que mi amigo consideraba su mas preciado tesoro. En una época pregoogle y prewikipedia cuando las leyendas todavía corrían por word of mouth, fue que por primera vez oí un mensaje oculto en un disco de pasta. Ese disco fue The White Album de los Beatles. Al final de la canción I´m so tired John Lennon dice algo imposible de entender que, puesto al revés, suena como “Paul is a dead man miss him, miss him”. El vinyl nos habló una y otra vez confirmándonos, con más certeza cada vez, que un fantasma nos estaba revelando el secreto de la muerte de su colega. No se si era por el stress del examen, los vinos, los químicos del cuarto oscuro o la hora del lobo pero estaba asustado como pocas veces en mi vida. Era como un macabro juego de la Ouija donde nada más y nada menos, John Lennon se burlaba de nosotros desde el más allá. No pude manejar a mi casa y no pudimos estudiar más. Si el profesor hubiese preguntado cuantas personas pasaron por el roster de los Beatles no habría perdido ese verano estudiando Derecho Precesal, gracias John. Sin embargo, no me arrepiento. Esas sesiones me enseñaron más de la vida que cualquier Universidad y despertaron mi interés por temas mas trascendentales que la trabasón de la litis. Mi fascinación por los Beatles empezó ahí, tarde.

Me di cuenta que a los 21 años no sabía nada de esta increíble banda, que en un espacio de escasos 8 años sacaron alrededor de 12 álbumes de estudio , 13 EPs y 22 singles; se inventaron y reiventaron infinidad de veces imponiéndole su estilo como dogma a sus fans, invadieron al Mundo y sin duda alguna, lo cambiaron.

Me enfermé y obsesioné. El diagnóstico era obvio, Beatlemania.

Sentía una terrible envidia por la gente que tuvo la oportunidad de verlos en vivo. Una terrible envidia por no tener mi propio momento Beatle. John Lennon había muerto y ya no podría haber ni un reencuentro. Al poco tiempo de mi encuentro con el fantasma de John, George murió. Imposible.

Nunca pensé que Paul y yo coincidiríamos en Miami, ciudad que hace tantos años le abrió las puertas a los invasores de la Gran Bretaña.

El crowd era fascinante. Había de todo. Los típicos freaks de convención de comics disfrazados de distintas eras de los cuatro de Liverpool, legiones de Baby Boomers con toda su prole, Emos, Emmas, punks, gente común, gente extraordinaria, el autobús del geriátrico y hasta una pareja de Islandeses. Caminar por los pasillos del Sun Stadium era parecido a caminar por Strawberry Fields en NY, donde se escucha a gente cantando y tarareando cualquier cantidad de canciones de la banda “words are flowing just like endless rain… dada singin´ in the dead of night…and when I am away…about a lucky man who made the grade…NA NAA NAAA NANANA NAAAA.”

Apareció en el escenario vestido con una chaqueta tipo Sargento Pimienta del siglo 21. Las líneas en su cara y sus delicados rasgos de dama inglesa nos confundieron por un momento. 67 años parecían muy pesados para lo que esperábamos. Luego de tocar Venus and Mars, Rock Show y Jet, en lo que denominó el último cambio de vestuario de la noche, el Beatle dejó caer la chaqueta para así salir de su cascarón con All my Loving. En algún lugar leí que McCartney parecía poseído por el espíritu de Bruce Springsteen. Yo diría Bruce Springsteen y toda la E Street Band. Tocó 36 canciones sin parar intercaladas con humor Beatle. La ejecución de cada pieza, mas que perfecta. La banda increíble. Más de dos horas y media de viaje en el tiempo.

Un fuerte olor a hierba nos comprobó que los Baby Boomers habían desempolvado sus Bongs y pipas, y que aprobaban el rumbo que estaba tomando la noche.

Conocía muy poco su trabajo con Wings y como solista, Band on the Run, Dance Tonight, la Bondesque Live and Let Die y algunos otros clásicos. Pero Paul contaba con la ignorancia y el deseo de gente como yo. En la primera mitad del concierto se dedicó a salir de la mayoría de las canciones de la era post Beatle dejando colar algunos éxitos inolvidables como The Long and Winding Road y Something. La interpretación de esta última fue, para mí, uno de los momentos más emotivos de la noche. Introdujo la canción con una anécdota sobre un ukelele que le había regalado George. Luego, procedió a tocar la canción uke en mano (uno de los 5 instrumentos que utilizaría durante la noche) sin más acompañante que su voz, luego del primer verso y coro se empezaron a incorporar los demás instrumentos y la canción cobró todo su esplendor. En el fondo, una pantalla mostraba fotos del fallecido. Parecían sacadas de la gaveta de mesa de noche de la madre de George. Muy personales y sinceras, mostraban a un joven guitarrista que podía ser hermano o primo de cualquiera. Al terminar y justo antes de que se le cortara la nota al público, bromeó sobre cómo Frank Sinatra una vez dijo que su Lennon/McCartney favorita era Something.

Igualmente emotiva fue su interpretación de Here Today, canción que escribió como una oda a John Lennon luego de su asesinato en 1980.


Live and Let Die impresionó a todos con una fiesta de fuegos artificiales que nos cegó en pleno éxtasis. Pero el plato fuerte lo abrió con el regreso a la Unión Soviética y un bombardeo Cold War style que, entre otras, incluyó I´ve got a Feeling, Paperback Writer, Day Tripper, Get Back, Yesterday, Helter Skelter y la tan esperada y coreada Hey Jude. Cuando le tocó el turno a Let it be, los Blackberries reemplazaron lo que alguna vez hubiesen sido yesqueros, velas y pitos de marihuana.

Cerró el concierto de la mejor manera posible. Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band y The End acompañado de un atardecer ficticio que nos despidió melancólicos y satisfechos.


Leyenda Urbana, Beatle prank o cuento de carretera, no importa. Si Paul en efecto murió en un accidente de tránsito en el 66, el Sábado pasado volvió de la tumba para llevarnos al cielo. Y yo estuve ahí.


Le comenté a mi amigo Islandés de cómo mucha gente no entendía mi euforia por el concierto. Este me contestó con un simple y tajante “I don´t want to be part of this universe.”