A todos nos ha pasado. Compraste un nuevo teléfono. Tras horas de luchar para salvar la base de datos de tu viejo aparato (quien sobrevivió galantemente a los peligros que asechan en Ciudad Gótica), te das cuenta que no conoces a nadie en tu lista de contactos. “Ah, debe ser que Luis se lo regaló a la novia o que Jorge, el muy tacaño, lo vendió.” Pues no, estás equivocado. Los integrantes de esa lista bien podrían ser los más buscados por la Petejota (CICPC). Se roban los celulares y ni siquiera los venden, son para ellos o para la jevita.
Como podrán imaginar, también me ocurrió a mi. Al actualizar mis contactos, donde debían aparecer los nombres de mi abuela y de la tía Julia, se leía: Yornick y Yeimy, respectivamente. ¡Qué descaro! Y lo peor de todo, para agregar insulto a la injuria, ambos personajes tuvieron el tupé de preguntarme: “Kien eres?” Hay que tener las bolas bien cuadradas. Antes de mentarles la madre y eliminarlos de mis contactos para siempre, grabé las fotos de sus perfiles en mi teléfono. Las grabé para algún día vengarme, para algún día someterlos al escarnio público, para algún día desenmascarar a los machotes que tuvieron el valor de despojar a una octogenaria de su teléfono celular. Ese día ha llegado. A continuación, el rostro del delito.
Conversaciones a Nivel de Pasillo: Son aquellas conversas que atentan contra la concentración o alimentan la procrastinación en el quehacer diario. También sirven como termómetro de nuestra sanidad mental-
“¡María, usted es una embustera!”
“Nada de embustera, pregúntele usted mismo que aquí mismito la tiene.”
“Diga usted señora Herminia, si lo que me dice aquí su compañera, la distinguida María, es cierto. ¿Es verdad qué después de tanta porquería usted sigue en lo mismo?”
Mi antena política se activó inmediatamente.
“José, yo a usted nada tengo que justificarle. ¡Ni a usted ni a nadie!”
“Pero es que hay que ser bien hipócrita, Herminia, para vivir aquí y andar en eso que anda usted.”
“¿Ve José? Yo se lo dije, esa Herminia es una sinvergüenza, una descarada.”
La consulta sobre la que estaba trabajando tendría que esperar, en el pasillo del baño se estaba guindado la señora del café con el mensajero y la de mantenimiento. Un debate político real, de los que valen en verdad. Nada de cháchara politiquera ni lógica aristocrática.
“Es usted una traidora, Herminia. Una vende patria.”
“Vende patria nada, estabas tu chiquito cuando yo ya estaba en estas andanzas.”
“José yo le dije que la Herminia los apoyaba desde hace bastante tiempo, hasta se pone sus colores cuando sale del trabajo.”
Ya yo había dejado mi puesto y, arriesgando la humillación de ser descubierto en plan de vieja chismosa, pegué mi oreja a la puerta que daba al pasillo del baño.
“Pero claro que me pongo sus colores ¡Magallanera hasta la muerte!”
“Nojose Herminia, usted no tiene salvación.”
“¡Dígale José, dígale! Si sigue por donde mismo termina chavista.”
“¿Chavista, María? ¡Chavista será su abuela nojuegue! Primero caraquista y antes que eso la muerte. ¡Estos caraquistas no saben na´!”
Que papelón.
Mientras saltaba de puntillas hasta mi puesto, pude escucharlos romper en carcajadas al unísono y regodearse en una echadera de vaina fraternal.
Para leer mi último escrito en Prodavinci, click aquí: Sobre Brujas y Troles. Una breve nota sobre los demonios que enfrentan los escritores, adornado con un poco de self-deprecating humor.
Un comentarista del Blog me hizo llegar un artículo sobre las causas de la muerte de Andy Irons. En dos platos, el autor, basado en el dicho de una persona cercana a la familia quien prefirió mantenerse en el anonimato, concluye que la muerte del campeón no fue a causa del Dengue sino por abuso de alcohol y drogas. Aquí se los dejo para su consumo: Surfer Andy Irons Last Drop
En lo personal, siempre he opinado que un chisme de procedencia incierta nunca podrá ser más que eso, un chisme. Igual no deja de ser una tragedia. Un último adiós para los de guarapo débil.
El impulso de correr olas es casi tan natural como echarse a andar. Piénsenlo. Hasta en el más inocente baño de playa es difícil resistir la tentación de alcanzar al oleaje y dejarse llevar por el espumón. Mi abuelo fue un gran corredor de olas. Para él se trataba de una mezcla entre distancia recorrida y capacidad pulmonar. Mientras más lejos mejor. Solía entrelazar los dedos, estirar los brazos, bajar la cabeza y poner el cuerpo rígido como una tabla de madera, siempre haciendo pequeños ajustes a su técnica para superar su propia marca. Sin saberlo, entendía perfectamente la esencia del surf. Nunca había escrito sobre lo que más me gusta. Me prometí que nunca lo haría. La razón es sencilla: son pocos los surfistas capaces de hablar del tema sin demostrar una pasión desmedida y casi evangélica. El resultado siempre es el mismo, a quien no forma parte de esta “contra-cultura” lo más probable es que le parezca pura charlatanería comeflor. Rompo mi promesa solamente porque los acontecimientos de los últimos días me han obligado a hacerlo.
Antes que nada, tengo que confesar que me acerqué a esta disciplina por mi fobia a los deportes de equipo y a las competencias. El surf era un “deporte” que podía hacer yo solo y que no dependía de ganar o perder. Una forma de evadir mi maletismo crónico. Me costó mucho aprender, pero luego de mucho esfuerzo, todo lo que tomó fue una sola ola para entender de que se trataba y para quedar prendado de por vida. No voy a tratar de explicarlo, la única forma de entenderlo es hacerlo y tampoco quiero caer en el evangelismo intenso del que hablaba antes.
A pesar de que el surf no es competitivo por naturaleza, el surf profesional ha generado una serie de personalidades que generación tras generación han moldeado al deporte a su imagen y semejanza. Uno de los grandes logros del surf competitivo en los últimos tiempos es haberle lavado la cara a los surfistas. Los tiempos han cambiado. Muy atrás ha quedado la imagen que introdujo el infame Jeff Spicolli (Sean Penn) en Fast Times at Ridgemont High del drogadicto bueno para nada. Los surfistas profesionales, hoy en día, son grandes viajeros, cultos, dados a las artes y poseedores de una condición física que hasta el mismo Michael Phelps envidaría. Y el estándar por el cual todos los surfistas son medidos: Kelly Slater.
Kelly Slater ha sido el competidor a vencer por los últimos 20 años. Además, su estilo progresivo al surfear y su imagen de buen muchacho lo han convertido en un éxito comercial, en una industria que mueve miles de millones de dólares al año. A sus 38 años, Kelly, es el invencible hermano mayor del surf. O casi invencible. Por tres años consecutivos Kelly perdió el campeonato mundial a manos de Andy Irons. Palabras iban y venían en lo que se fue convirtiendo en una intensa rivalidad mediática sin precedentes en la historia del surf. Andy era uno de los competidores más feroces en el agua, pero su personalidad desinteresada y una química inevitable, lograron que, a lo largo de los años, estos dos titanes de las olas desarrollaran un profundo respeto el uno por el otro.
El pasado 2 de noviembre (2010) esta rivalidad llegó a un triste fin. Andy Irons fue encontrado sin vida en un cuarto de hotel en la ciudad de Dallas, a pocos días de haberse retirado de un torneo que formaba parte del campeonato mundial en Puerto Rico. Aparentemente, Andy quien había sido diagnosticado con Dengue, estaba viajando de vuelta a Hawaii para ser tratado por su médico de confianza. Las causas de la muerte todavía no son claras, pero es muy probable que haya sido una mezcla entre la caprichosa enfermedad y la falta de información en cuanto a su tratamiento. [Luego de la autopsia se comprobó que Andy había sufrido un paro cardíaco asociado al abuso de narcóticos]
A los pocos días Kelly conquistaba el campeonato mundial dedicando la victoria a la memoria de su aguerrido rival. Kelly Slater se convirtió en, quizás, el atleta más exitoso y consecuente de la historia al hacerse acreedor de 10 títulos mundiales (20 años a la cabeza del deporte). No hay un Michael Jordan, Tiger Woods ni Schumacher que se le acerque. Todo un acontecimiento y, sin embargo, no puedo dejar de pensar en Andy, agonizando en ese solitario cuarto de hotel en Dallas, probablemente recordando todo lo que dejaba atrás: su esposa, su hijo por nacer, su hermano, sus padres, sus amigos y miles de olas que quedaron sin surfear. No creo que la competencia haya estado entre sus últimos pensamientos. Así es el surf, puedes tratar de competir con los demás todo lo que quieras, pero al final, la carrera es contra uno mismo. Mahalo
Para leer mi último escrito en Prodavinci sobre Martin Scorsese, Boardwalk Empire y el control de cambio, hacer click aquí: Marty y la escasez de whisky. Incluye algunas opiniones controversiales sobre las películas de mafia. Espero lo disfruten.
The Macuto Collective no es la respuesta Guairense al Colectivo La Piedrita. Todo lo contrario. Se trata de un grupo de jóvenes cineastas venezolanos dispersos por el viejo continente, quienes entregados, comprometidos, es más, devotos, a una causa común, han decidido cambiar la historia para siempre (así sea contando su propia versión a través del lente). Esto, sin olvidar el sitio de donde vinieron, siempre dejando en alto el nombre de su natal y amado Macuto.
En su más reciente entrega TMC nos trae Devotion. Un “melodrama familiar,” donde llevan al extremo la vieja institución del triangulo amoroso, al atreverse a entrar en tierras poco exploradas de la sensualidad y el erotismo. Esta brillante pieza utiliza la técnica del cine mudo (acompañada de una fantástica banda sonora) para darle su puesto a la insinuación y resaltar sus sugestivas imágenes. Sin duda un gran acierto para sus realizadores y especialmente para las talentosas y, digamos, carismáticas actrices.
Además de ver Devotion, recomiendo profundamente que se atrevan a revisar la página de TMC. Allí podrán conocer un poco más de su origen y misión (contado de una forma más clara y elocuente de lo que podría este servidor) y, más importante aún, disfrutar de la totalidad de su Obra, libre de cargo. Gracias TMC.
Quizás un poco por presión de grupo o porque la gente de Google me manipuló para que así lo hiciera, no importa la razón, el makeover fue inevitable. Al parecer, Google se peleó con el antiguo formato de Blogger y decidió comenzar una campaña para alejar a sus usuarios y hacerlos migrar al nuevo formato. Fui víctima de la campaña, lo admito. En todo caso, como dije, la razón no importa, lo importante es que ocurrió y aquí está.
Por lo menos el tema del background tiene su historia (ver foto arriba):
Hace varios años, en una de mis aventuras por Centroamérica, me topé con esta pared. Fue en una playa desolada de Costa Rica que ocurrió. Luego de pasar largas horas abriéndome pasó entre la maleza y luchar contra prehistóricos mosquitos, lagartos y culebras, llegué a una paradisíaca playa en la que no había ni una huella en la arena. A lo lejos, pude divisar un tenue rastro de civilización. Una casa. Al acercarme, me di cuenta, que de la casa que me había parecido ver en la lejanía, solo quedaba una pared. El resto, ruinas. Estuve parado en el mismo sitio admirando la pintoresca edificación y especulando sobre las razones por las que, de toda la casa, justamente quedó la pared que estaba pintada. ¿Casualidad o compasión del demoledor? O quizás, un instintivo respeto por el arte, al cual, al parecer, somos ajenos hoy en día.
Me llegó el mensaje y decidí adoptar la imagen como mi bandera. El moderno fresco, simboliza para mí, el arraigo que nosotros, los llamados “tercermundistas,” sentimos por nuestra tierra. La sencillez y la magia de las naciones caribeñas. Lo bueno. Bienvenidos al Bar del Tercer Mundo.
En cuanto al cambio de look, sé que fue drástico, pero traté de conservar algunos elementos del viejo formato (nótese que la mirada seductora se mantiene) y, además, lo hice cónsono con mi cuenta de Twitter, por eso de la marca.
Si alguien lee este blog, se agradecen comentarios y/o sugerencias sobre la nueva imagen, opinar es querer.
Ya han pasado cerca de 10 años desde mis andanzas en tribunales, pero muchos recuerdos siguen frescos como si hubiese sido ayer. Luego de comentar el artículo con un par de personas salieron una cantidad de detalles y situaciones que me hubiera gustado incluir. Los personajes que merodeaban la cola de los ascensores, los vendedores ambulantes gritando ¿Quién se ha llevado mi queso?!, los mendigos metiches (“un bolivita ahí pana”) y anécdotas geniales, como el día en que se rompieron las tuberías y cayó una cascada de aguas negras por las escaleras (¡LAS ESCALERAS!). Pero bueno, queda en el disco duro, prometo no olvidarlo e incluirlo en futuros escritos.
En todo caso, más allá de los elementos de comedia y el reconocimiento a los underdogs de la vida judicial, la idea era poner sobre el tapete la podredumbre con la que nos toca lidiar a diario. Espero haberlo logrado.
A propósito de lo ocurrido el 26 de septiembre, un breve comentario. Breve porque ya en otros medios y en otros blogs el tema ha sido cubierto con mayor abundamiento por gente que sabe de estas cosas muchísimo más que yo. Pero es por esa misma razón que me sentí obligado a lanzar un par de letras al infinito cibernético.
El domingo pasado ocurrió lo que la mayoría se imaginaba iba a pasar. No fue ninguna sorpresa. A pesar de que en el momento todo el mundo pensó que salimos peor de lo que esperábamos, al ver los porcentajes todos confirmamos que no estábamos engañados como en pasados procesos. Todos sabíamos que el juego estaba arreglado, pero el hecho de que el resultado fue exactamente el que se esperaba nos deja claro que por fin la oposición (Resistencia, Alianza o cualquier otro nombre que denote fuerza with a hint of cool) tiene el grip sobre la realidad del país.
En los próximos meses la asamblea reinante correrá para aprobar cuanta ley tengan en el horno y a nombrar jueces serviles a la revolución. Lo triste del caso es que lo harán a sabiendas de que más de la mitad del país le acaba de decir que no al “proyecto” de Chávez (una vez más) y está pidiendo un cambio de estrategia. Se harán de oídos sordos y atenderán al mandato del Gran Jefe.
El único pronóstico que me atrevo a hacer, es que en la nueva asamblea la piedra de tranca serán los diputados del chavismo en vez de los de la oposición. ¿La razón? Simple, mientras los diputados oficialistas fueron seleccionados por Chávez para mantener el status quo, los de la oposición fueron escogidos por el pueblo para intervenir y forzar un cambio para dirigir al país en la dirección que tienen 12 años esperando. Pero entonces ¿sería correcto afirmar que los diputados de la oposición son más importantes que los de Chávez? En mi opinión si. Por dos razones, la obvia y la olvidada. La obvia es ese 52% de Venezuela que votó por ellos y les otorgó un mandato para que los representaran en la gran asamblea de accionistas del país. Representan más y esto lo deberían tener en cuenta sus rivales antes de antagonizar por antagonizar. La otra razón es la olvidada. La preparación de los asambleistas de oposición los convierte en una amenaza para los tirapiedras sin educación ni experiencia que conforman el bloque rojo. Hace unos días dije que el rating de ANTV iba a subir por los cielos cuando empiece a funcionar la nueva asamblea, pero pensándolo mejor, estoy seguro que será otro canal que pronto saldrá del aire cuando empiece a perjudicar la popularidad del gobierno. El gran triunfo del domingo pasado es haber logrado posicionar a sus representantes en el terreno adecuado para medirse públicamente con sus pares oficialistas. No me queda duda que ese 52% irá creciendo día a día. Es muy probable que el próximo paso del gobierno sea admitir que son minoría pero que, confirmando las aspiraciones mesiánicas del gran líder, el pueblo venezolano está equivocado y debe ser liberado con la espada de Bolívar o cualquier paja que se le asemeje.
En un mundo feliz Tina Turner sería presidente (presidente y no presidenta, porque yo sí soy rebelde carajo) y las disputas se arreglarían en el Thunderdome, donde “entran dos y sale uno.” Robert Serra en una reciente entrevista en Venevisión dijo que la oposición era minoría. Yo tengo un problema con ese comentario y me gustaría arreglarlo según las reglas de la presidente Tina, preferiblemente con un martillo gigante.
La siguiente historia no la escribí yo. Fue encontrada escrita detrás del último Folio de un antiguo expediente en un Tribunal Civil en la esquina de Pajaritos. Eso o escrito en la puerta de una de las posetas de uno de los baños de hombres de “Tribunales.” Da igual, lo importante es la historia y su trasfondo filosófico. Aquí les va:
“Se encuentra el Socio principal de una tradicional firma de abogados en su oficina, sin un carajo que hacer por supuesto. Se plantea si el hacer el amor con su mujer es trabajo o placer y si, de ser trabajo, esto sería facturable.
Llama al abogado asociado y se lo plantea: ¿Hacer el amor con mi mujer es trabajo o placer? El abogado asociado responde: "Pues no lo sé, tendría que estudiarlo". El Socio mayoritario le da una hora para responder. El abogado asociado acude donde el abogado contratado y le pasa la bola: ¿Que el jefe haga el amor con su mujer es un acto facturable o de placer?" El abogado contratado, entretenido jugando solitario, le responde que no lo sabe.
El abogado asociado le dice que tiene 45 minutos para averiguarlo. El abogado contratado le rueda la pregunta a un abogado recién graduado, que estaba muy ocupado peleándose con la máquina del café, sin nada que hacer, por supuesto. Pero él tampoco sabe la respuesta.
Al final le llega la pregunta al Pasante, que tiene la mesa llena de expedientes, 15 memos que enviar, 18 oficios que redactar, 8 informes que elaborar, y como si fuera poco tiene parcial en un par de horas en la Universidad... en fin, hasta el culo de trabajo por hacer.
Su jefe le dice que tiene cinco minutos para decirle si el hecho de que el socio principal haga el amor con su mujer es trabajo o placer. Sin levantar la cabeza, el Pasante responde inmediatamente: ¡¡Es placer!! Su jefe, intrigado por la rápida respuesta, le pregunta: ¿Cómo ha llegado tan rápidamente a esa conclusión...?" ¡¡ PORQUE SI FUERA TRABAJO FACTURABLE, SEGURO QUE ME LA TENDRÍA QUE COJER YO!!”
Luego de haber visto Dinner for Schmucks escribí una iracunda crítica. No solo me habían hecho perder tiempo y dinero sino que además irrespetaron una de mis obras de teatro favoritas (Le Diner de Cons). Al releer lo que había escrito, me sentí como esos críticos mala seda que siempre he odiado. Es por eso que, en un intento por distanciarme de esa gente, la modifique para convencer a quienes no hayan visto la obra de teatro o la película francesa de que lo hagan. El escrito está publicado en Prodavinci y pueden leerlo haciendo click aquí: Idiota!
Ñapa: aquí también está mi escrito sobre las películas alquiladas: Ojos de Videotape
galore \guh-LOHR\, adjective: In abundance; in plentiful amounts.
Esta palabra solamente la había utilizado para las siguientes dos referencias: 1. “Galore” segundo disco compilatorio de The Cure y 2. Pussy Galore, mi chica Bond favorita de todos los tiempos, a quien rindo homenaje con esta breve entrada.
Honor Blackman interpretó a la aguerrida ladrona en Goldfinger (1964), la tercera entrega de la serie de James Bond producida por EON Films. En la novela Pussy era la líder de un grupo de lesbianas acróbatas/criminales también conocidas como “Las Mezcladoras de Cemento”, título que da nombre a la obra de Fleming. En la película el sexy backstory de la banda de amazonas es bajado de tono para hacerlo apto para la censura “square” de los sesenta. Pero no fue hasta que mi Libro Gordo de Petete Digital escupió esta definición que me di cuenta de la verdadera dimensión del doble sentido de su nombre, Pussy (In plentiful amounts). Hace que su alter ego humorístico de Austin Powers: International Man of Mistery (1997), Alotta Fagina, parezca un personaje de una película de Disney.
Así pues, dedico un vodka martini bien agitado a la gran (y abundante) Pussy Galore.
No había plan más mundano que ir a alquilar una película. Algún día, generaciones futuras se burlarán de cómo sus antepasados perdían el tiempo con sus rituales plebeyos.
Siendo chamo, más de una vez me tocó acompañar a mi mamá al automercado (El Patio en Los Palos Grandes para quienes se ubican). Hasta el sol de hoy no existe vaina que me de más flojera. Pero en aquella época escoltar a mi madre a las compras quincenales traía su justa compensación. Detrás de las cajeras existía una pequeña tienda de video en la que yo me “perdía” mientras ella pagaba. Como premio por mi solidaridad me dejaba alquilar una, dos o hasta tres películas (dependiendo del humor o de que tan cerca del fin de semana estábamos). La selección no era muy refinada ni variada pero para un chamo de diez era más que suficiente. Estaban super actualizados con la saga de Locademia de Policía, Bond completo, cantidades de películas de ciencia ficción y una sección de aventura donde fácilmente podían confundir la carátula de alguna película de Indiana Jones con las de Alan Quatermain (Las Minas del Rey Salomón), error que con gusto se perdonaba.
Así fue que descubrí otra fuente de material para satisfacer mi pasatiempo favorito. Emocionantísimo meter una película en el VH para descubrir que en efecto alguien se había molestado en rebobinarla. Las presentaciones de Blancic Video y Videorama Stereo, con su música de sintetizador ochentoso y efectos especiales pop tapa amarilla, me generaban la misma emoción y expectativa que las de Warner Brothers, Tristar, Columbia o 20th Century Fox. El advenimiento del DVD no cambio mucho la cosa, simplemente cambiamos la frustración de una película no rebobinada por el horror e indignación de la película rayada.
Pasaron los años y la aventura de alquilar películas se fue convirtiendo en una costumbre que, igualmente, pasó por varias etapas. El típico primer plancito mixto de preadolescentes, la primera ida a casa de la chama que te gustaba, el plan de los miércoles y domingos con la novia y la opción a una botella de ron cuando se estaba despechado. Alquilar una película, un plan para cualquier ocasión. Eventualmente se convirtió en mucho más que un plan social, más que una costumbre para momentos de ocio, se convirtió en un ritual. Pasar por la tienda de videos era mi entreplanes. Siempre tenía una película en la casa.
Por un espacio de casi tres años, en lo que se ha catalogado como una de las peores sequías de la historia, visité religiosamente el Videocolor Yamin de Altamira todas las noches, de Domingo a Miércoles, sin excepción. Más de una vez me botaron a las 11 y pico de la noche porque tenían que cerrar. El ritual se había convertido en adicción. Todos los empleados se sabían mi nombre y siempre me daba la misma pena cuando estaba haciendo la cola para pagar. Ponía la película sobre el mostrador y sin mirarlos a los ojos decía “y una caja de Belmont, vaya,” ni tenía que darles mi número de cédula.
Es verdad era el sitio main stream para alquilar películas, pero ¿acaso había otro? La selección no era las más completa y aunque no se tardaban demasiado en traer las películas nuevas, cuando llegaban, por un par de meses solo había un ejemplar de cada una, ese preciado ejemplar que al encontrarlo provocaba un Eureka! ahogado que se manifestaba con una expresión de hiperventilación.
Digan lo que digan, era una Videoteca decente. Tenían a todos los españoles, una colección de Kurosawa respetable, la respectiva pared con todos los hits del festival de Sundance, Bond again, una sección de oldies la cual parecía una fiesta dirigida por Bogie, Holly Golightly, el señor Peck y el resto de la pandilla, suficiente Hitchcock como para considerarse un connaisseur y por supuesto todos los Oscars y Blockbusters que un comecotufas vulgar y silvestre pueda querer. Fue ahí donde me di el gustazo de encontrar Cinema Paradiso en su versión original. La que Giuseppe Tornatore tuvo que recortar para que fuese digna de reconocimiento occidental. Es en esa versión donde se ve claramente la traición de Alfredo y donde cobra verdadero significado aquella escena final inolvidable donde un envejecido Toto revela el legado de su viejo amigo. Paradójicamente, las escenas que recortó Tornatore, al igual que las que tenía que recortar Alfredo (según el criterio del púdico Padre Adelfio), eran las mejores.
Pero ir a alquilar la película era la parte humana del plan, aunque muchas veces el contacto humano se limitaba a la telepatía. Habré tenido cientos de romances imaginarios con todo tipo de cinéfilas. La que iba en pijamas y desentendida, la jevita del yoga, la comegato intensa que despotricaba la selección pop del lugar, el culito que siempre pedía recomendación porque sobrevaloraba mi dominio sobre la materia y que luego se iba corriendo para montarse en la camioneta de un novio acreatinado, etc, etc. A todas les inventaba unos backstories tragiquísimos de los que las rescataba este servidor.
En promedio podía pasarme alrededor de 40 minutos caminando y tambaleándome entre esos pasillos, pasándole la mano a todas las carátulas manoseadas y leyendo las contracaras de las peores producciones de Hollywood y el mundo, la versión literaria del trailer.*
No todo era soñar despierto, de vez en cuando te encontrabas o con el pana ese que tenía buena conversa que solo veías ahí o con la parejita que siempre iba junta a escoger las películas, esa que o terminaban felices para siempre o debajo de una lámpara como los Rose. También estaba la gente conocida que al igual que yo, en una especie de baile no acordado, evitaba a toda costa el saludo y el small talk correspondiente. Y no podían faltar, mis favoritos, los freakies que iban justo antes de cerrar para alquilar una porno o, peor aún, algo de Hentai, aunque fuese por curiosidad nada más.
Hoy el plan ya no existe. La crisis y la invasión de las películas piratas (regardless de la cara de ponchado del papá del chamo con el 20 pirata) acabaron con la pequeña o mediana industria de las películas alquiladas en Venezuela. En el norte y otras partes del mundo el plan de ir a un sitio a alquilar películas se acabo gracias a la tecnología. Si bien es cierto que es una maravilla tener acceso a miles de películas online y que es muy chévere que mágicamente te llegue un DVD por el correo, es una lástima que se haya perdido el viejo ritual en sí. Nos seguimos aislando por la conveniencia. Pero no podía ser de otra manera.
Cuando cerraron la última gran Videotienda de Caracas, vendieron todas las películas usadas a precio de gallina flaca. Me acerqué solamente para ver si encontraba aquella copia de Cinema Paradiso que me había sorprendido tan gratamente, por lo menos para guardarla como recuerdo de una época que se despedía o como premio de consolación por haber perdido uno de mis planes favoritos. Pero fue inútil, no la encontré.
*El tema de los trailers en el cine me apasiona y sin duda es merecedor de su propio post: COMING SOON TO A THEATER NEAR YOU.
Mientras devoraba el último issue de The New Yorker (como de costumbre, en la bañera) me crucé con un artículo de Hendrik Hertzberg sobre la relación de los gringos con el fútbol. A propósito del tema digamos que, a pesar de que el hombre desarrolla muy bien su argumento y vale la pena leerlo, suena un poco a disco rayado. Pero para mi sorpresa, Hertzberg trae a colación el origen de la antipalabra Soccer y el desagrado de las naciones futboleras frente a ésta. Así pues, como regalo de despedida del Mundial y a los fines de alimentar tertulias en la gran barra del botiquín tercermundista, aquí se los dejo.
soccer /sok-er/
“(…)The one that the rest of the world calls “football,” except when it’s called (for example) futbal, futball, fútbol, futebol, fotball, fótbolti, fußball, or (as in Finland) jalkapallo, which translates literally as “football.” That one.”
““Soccer,” by the way, is not some Yankee neologism but a word of impeccably British origin. It owes its coinage to a domestic rival, rugby, whose proponents were fighting a losing battle over the football brand around the time that we were preoccupied with a more sanguinary civil war. Rugby’s nickname was (and is) rugger, and its players are called ruggers—a bit of upper-class twittery, as in “champers,” for champagne, or “preggers,” for enceinte. “Soccer” is rugger’s equivalent in Oxbridge-speak. The “soc” part is short for “assoc,” which is short for “association,” as in “association football,” (…)”
Hay costumbres que deben mantenerse aunque sean absurdamente cavernícolas. Grabar un mixtape era un arte que requería de tiempo, dedicación y mucha paciencia. Desde el momento en que se empujaban los botones de rec y play al mismo tiempo comenzaba a fluir la adrenalina. Un sentimiento parecido al que deben sentir los pintores luego de hacer un trazo en el lienzo, la angustia de la perpetuidad, muchas veces preferible seguir a borrar y terminar de poner la cagada. Coordinar cada canción con la pausa adecuada entre cada una, calcular cada lado para que no se corte ni un segundo de la obra y escribir en las etiquetas en letra legible cada canción en el orden correspondiente, todas tareas dignas de la minuciosidad y el pulso de un cirujano.
Pero más allá de la parte técnica, el verdadero arte estaba en la selección del contenido. Escoger las canciones correctas y grabarlas en un orden coherente con la persona o la ocasión era solamente posible a través de años de práctica o de un talento innato digno de reconocimiento internacional.
La tapa del frasco era regalar el cassette. Un regalo de muy bajo o ningún costo monetario y con un valor sentimental muchísimo más grande que la más cara de las pulseritas, solamente comparable con un poema escrito a mano. Aparte de un magnifico regalo que describía con música el retrato de una relación adolescente, un mixtape también podía ser el diario accidental de un despecho, una semana santa, un viaje, una rumba, un año, una moda, una amistad… en fin, una época.
Hoy me encontré con un CD que grabé hace 7 años, lamentablemente todos mis cassettes se desintegraron y mis cassetteras deben estar enterradas en alguna chivera de la panamericana. Esto es lo más cercano. Me reí mucho. A continuación incluyo el contenido del disco, por favor no me juzguen, les podría pasar a ustedes.
1. We didn´t start the fire, Billy Joel: Qué mejor forma de empezar. 2. Crazy in Love, Beyoncé featuring Jay-Z: WTF, simplemente inexplicable, aparentemente fue lo más cercano que encontre a “Staying Alive.” 3. Smooth, Santana featuring Rob Thomas: Puro power, supongo que para enfrentar la noche. 4. Mr. Roboto, Styx: Lo confieso, absoluto Styx fan. 5. Let´s dance, David Bowie: Necesitaba un poco de Bowie, muy apropiado luego de Mr. Roboto. 6. Last Nite, The Strokes: Ánimo que queda noche por delante. 7. Epic, Faith no more: El orden hasta ahora revela que en esa época estaba seriamente desequilibrado. 8. Come with me, Puff Daddy featuring Jimmy Paige: Gran homage a Kashmir de Led Zeppelin, pre Puffy, P. Diddy, Diddy, Sean “Puffy” Combs. 9. Bring me to life, Evanescence: WTF, sería culpa de la jevilla de turno. 10. Heroes, David Bowie: Backup en caso de que la noche deje de ser Smooth. 11. Brown Eyed Girl, Me first and the Gimme Gimmes (Ska cover): No me ReCURDO. 12. Hey Jelousy, Gin Blossoms: Nostalgia por el pasado, even then. 13. Disarm, Smashing Pumpkins: Ditto. 14. Soul to Squeeze, Red Hot Chili Peppers: Respect. 15. Man on the moon, R.E.M.: La noche se torna depre. 16. Wish you where here, Pink Floyd: Despecho. 17. Into the west, Annie Lennox: Y de las cenizas se levanta, una vez más, Aragorn hijo de Arathorn.
Como bono aquí les dejo un famoso quote de Nick Hornby (High Fidelity) sobre la complejidad de los mixtapes:
“To me, making a tape is like writing a letter — there's a lot of erasing and rethinking and starting again. A good compilation tape, like breaking up, is hard to do. You've got to kick off with a corker, to hold the attention (I started with "Got to Get You Off My Mind", but then realized that she might not get any further than track one, side one if I delivered what she wanted straightaway, so I buried it in the middle of side two), and then you've got to up it a notch, or cool it a notch, and you can't have white music and black music together, unless the white music sounds like black music, and you can't have two tracks by the same artist side by side, unless you've done the whole thing in pairs and...oh, there are loads of rules.”
hunky dory \HUHNG-kee-DOHR-ee\, adjective About as well as one could wish or expect; satisfactory; fine; OK.
Una vez más mi Libro Gordo de Petete Digital produjo una palabra digna de una breve entrada. Hunky dory significa en imperial (o inglés si lo prefieren) que TODO está chévere. Chévere, así como decía Clinton (Bill) que estaban las cosas en Venezuela.
Se cree que la palabra tiene su origen en el slang Neoyorquino de finales de 1800s. Otro sector de la doctrina le acredita el origen, a una calle (llamada Honcho Dori) que los marineros americanos solían frecuentar en busca de prostitutas cuando anclaban en Japón.
Osea que la traducción en criollo sería algo así como "todo está angelus" o mejor aún "Libeltaol papa, todo está Li-bel-ta-ol."
La última vez que fui al cine en los Estados Unidos tuve un incómodo feeling que me hizo sentir como en casa. Al final de la película el público aplaudió enardecido. Sentí la misma pena ajena exacta que sentía cada vez que un avión aterrizaba en Venezuela. Es verdad, el temita del aplauso en el avión es bien trillado, basta con ver la cantidad de cadenas de email en las que el título leía: Fwd: Re: Sabes que estás en Venezuela cuando… Nada original, pero lo cierto es que en los últimos tiempos, parece que se corrió la voz de que “eso de aplaudir después del aterrizaje es niche y que parece que los sifrinos se burlan cuando uno aplaude.” Adiós a la congratulación a los pilotos por habernos llevado a salvo a puerto. Pobres pilotos. ¿Cómo se sentirán? ¿Qué coño importa? Sinceramente, yo nunca lo he hecho porque me da pena, por el complejo de tercer mundista o por la morbosa idea de que “de cajón que el hombre tiene que aterrizar el coroto bien, tampoco es que lo voy a aplaudir por no matarme.”
Como dije, el único sitio donde he sentido esa misma penita ajena fue al final de un Blockbuster en el imperio. Más de un wannabe dirá: “no, es que los gringos aplauden el arte! Ellos saben como son las vainas.” La verdad es que los carajos aplauden hasta las películas de perros de Owen Wilson, art my ass, le aplauden a lo que sea. Y créanme, no estoy exagerando cuando digo que la pena ajena es la misma.
Razonando sobre el tema, por evitar pensar en problemas reales y así mantener mi sanidad mental, me doy cuenta que la tecnología está muy lejos de donde pensé que estaría en el año 2010. ¿Qué tiene que ver esto con el tema? No mucho, pero espero poder llegar a una conclusión medio razonada al final. Paciencia y fe, por favor. Cuando digo que la tecnología está lejos no quiero decir atrasada sino literalmente eso, lejos. Yo soy de esas personas que están indignados porque los carros no vuelan, no podemos irnos de vacaciones a Marte, tu mejor amigo no puede ser un robot, no hay sables láser para picar el pernil y mi Papá no me pudo regalar la patineta voladora de Marty Mcfly para Navidad. Toda la tecnología y los recursos para hacer realidad todas esas ideas que nos daban esperanzas de un mundo del mañana emocionante y vibrante se usaron para otra cosa. Cambiamos Marte por Twitter. Y todo, como siempre, es culpa de la economía a quien, descaradamente, le interesó más poder saber inmediatamente lo que iban a hacer Mari y sus amigas @Miami wuuuuu, que poder pasar un fin de semana en el Mar de la Tranquilidad (La Luna, porsia).
Entre las cosas que sacrificamos para poder espiar a la tween de turno (a fondo y con permiso) estuvieron la innovación y desarrollo de nuevas formas de viaje seguro, eficiente y confiable. Montarse en un avión hoy en día es igual o incluso peor que hace 30 años. Aparte de toda la aventura que significa subir y bajar del avión, hay que darse cuenta, que para estar @Miami, tienes que montarte en un armatoste de metal de cientos de toneladas, con miles de galones de gasolina y dos cohetes amarrados en el culo. A lo mejor no suena tan descabellado aplaudirle al señor que maneja el susodicho aparato, por no haberse estampado en el camino. Algo en que pensar la próxima vez que estés actualizando tu status de Facebook/Twitter.
Ahh Rick Springfield, Jessie’s Girl. ¿Cuántas veces no hemos escuchado esa canción y pensado “ESA ES MI CANCION?” ¿Quién no ha deseado a la mujer del prójimo? Se le acelera a uno el pulso un pelo ¿verdad? Si nos cobran esa nos vamos todos derechito al infierno, es más, con jacuzzi precalentado y todo. Todos hemos sentido ese “ella estaría mejor conmigo.” A la frase “la jeva de los panas es como un pana mas para mi,” solo le falta un pie de página donde diga que los índices de homosexualidad de Ciudad Gótica están por los cielos.
¿Pero cómo aguantarse? Ella lee los mismos libros que tu, le gustan las mismas películas y ni hablar de la música. Te mira distinto que al resto. Te hace ojitos, claaaro, porque ese impulso de traicionar casi nunca es de gratis. En muchos casos la química es innegable e indetenible. Pero al fin y al cabo sociedad es sociedad, en el noventipico por ciento de los casos te darías un culazo y quedarías como un verdadero coñoemadre, porque eso es lo que eres.
Las jevas de los panas se respetan, las ex son otro cuento. Ley de Burke. I´m giving you pearls here!
Este es uno de los tabúes más grandes que aqueja a la juventud Caraqueña. Es más, no es un tabú es una enfermedad que puede poner en peligro de extinción a nuestro noble bravo pueblo.
Empecemos con la discusión entonces. Tan zanahoria no se puede ser. Este tema hay que hablarlo. Sacarlo a la palestra. Lo que sea. Hasta Tweetearselo a Chávez si eso lo pone en boca de la gente.
Disclaimer: Antes de seguir aclaro que la discusión cambió, obviamente que el deseo por la mujel del pana se debe enterrar en el hueco mas oscuro del morbo humano, ahora pasamos a hablar de las ex. Yo nunca me he portado mal (si, en ese sentido) con la novia o resuelve fijo de un amigo. Coño es que hay que aclarar, es un tema muy delicado y se que mas de uno brincó “YO SABIA!”
El verdadero problema empieza por culpa del Pana Ganadero (y aquí seguimos con los perfiles). El PG se pasa la vida jodiéndole el parque a uno. Es más vivo y por ende más rápido a la hora de conquistar. Sale con sopotosientas mujeres y tiene mil quinientas novias a las que va desechando con el mismo desprecio y frecuencia como si se tratara de papel toalet. Pero el detalle está en que, a cada una, cual si estuviésemos hablando de vacas, las marca con su hierro en la nalga. Si, vacas! Queda marcada para siempre y en su lógica troglodita, queda prohibida para los panas por los siglos de los siglos amén. Peor aún, es increíble lo amplio que es su concepto de “los panas.” Va desde cualquier persona que le haya dado la mano pasando por los panas de los primos, los panas de la hermana, los panas de los panas, hasta al cuida carros de Gran Horizonte que le dijo pana, todos somos panas carajo! Y el ganadero termina siendo sendo acaparador, tremendo especulador y alto capitalista. Exprópiese nojoda!
Y todo este peo en una ciudad donde “no hay con quien salir” es la frase mas escuchada después de “¿que hay pa hoy?” y “que ladilla Le Club otra vez.” El déficit de gente sponge worthy en Caracas es tan o más alarmante que la escasez de leche en polvo y espagueti con salchicha. Con todo y eso, estos desgraciados se dan el lujo de reservarse la virginidad de la novia del kinder porsia las moscas.
Lo peor es que no paran de fluir las razones por las que esta regla, que en efecto está escrita en piedra, debe ser derogada y devuelta al basurero de las malas ideas. Hay razones de derecho, razones aritméticas, razones para todos. La de derecho, no es justo! Por un lado tenemos a una persona que por comodidad exige a la gente que lo rodea no cortejar, como dije, a la ex del kinder. Entonces, si entendemos bien, uno tiene que ser un buen amigo y no acercársele a una persona que quedó atrás, a quien probablemente jodió o con quien simplemente no tiene chance, pero el otro gran carajo no puede ser lo suficientemente noble como para dar su bendición y dejar que su gran amigo salga con quien podría ser la mujer de su vida. Ok, tal vez no lo sea. Pero igual, eso es egoísmo! Es verdad, hay reglas que aplican. Uno tiene que ser hombrecito y hablar con su amigo antes de salir con la ex. Pero ¿y si dice que no? ¿Quién tiene la razón?
La aritmética es más sencilla. Tenemos dos opciones, en una se jode uno y en la otra se joden dos. Coño 1+1=2 y 2>1. Punto, si se puede.
Insulto a la injuria, en muchos de estos casos la persona afectada consigue nueva pareja rápidamente. Un ejercicio mental bueno para estos casos sería preguntarse que pensaría tu flamante nueva pareja si te picas porque un amigo tuyo invitó a tu ex para el cine.* Se lo que están pensando, crecemos pero no maduramos.
En estos casos entiendo los problemas técnicos que existen. Algunas personas se sienten incómodas al cruzarse con una ex. Y la cosa es peor si la relación medio funciona, tener que verse las caras regularmente en reuniones, intercambios de regalos, cenitas, matrimonios y si sobreviven bautizos, primeras comuniones, matrimonios otra vez y velorios. Creo que somewhere along the way, entre gente medianamente madura la incomodidad se pierde y se convierte en anécdota. Y si no, por lo menos el agraviado tiene derecho a convertirse en el tipo que, whisky en mano, mientras la inmoral pareja celebra su matrimonio bailando su canción favorita de Rick Springfield, se voltea y le dice al de al lado, “¿te acuerdas? Yo comí ahí,” et voila! feliz venganza y todos contentos.
O podemos hacer como las mujeres, nos peleamos y ya.
*Sé de un caso en que la flamante nueva novia apoyaba plenamente los celos de su novio. Cualquier cosa es posible, hay gente que simplemente “cambia el sofá.”