Ya han pasado cerca de 10 años desde mis andanzas en tribunales, pero muchos recuerdos siguen frescos como si hubiese sido ayer. Luego de comentar el artículo con un par de personas salieron una cantidad de detalles y situaciones que me hubiera gustado incluir. Los personajes que merodeaban la cola de los ascensores, los vendedores ambulantes gritando ¿Quién se ha llevado mi queso?!, los mendigos metiches (“un bolivita ahí pana”) y anécdotas geniales, como el día en que se rompieron las tuberías y cayó una cascada de aguas negras por las escaleras (¡LAS ESCALERAS!). Pero bueno, queda en el disco duro, prometo no olvidarlo e incluirlo en futuros escritos.
En todo caso, más allá de los elementos de comedia y el reconocimiento a los underdogs de la vida judicial, la idea era poner sobre el tapete la podredumbre con la que nos toca lidiar a diario. Espero haberlo logrado.
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