Conversaciones a Nivel de Pasillo: Son aquellas conversas que atentan contra la concentración o alimentan la procrastinación en el quehacer diario. También sirven como termómetro de nuestra sanidad mental-
“¡María, usted es una embustera!”
“Nada de embustera, pregúntele usted mismo que aquí mismito la tiene.”
“Diga usted señora Herminia, si lo que me dice aquí su compañera, la distinguida María, es cierto. ¿Es verdad qué después de tanta porquería usted sigue en lo mismo?”
Mi antena política se activó inmediatamente.
“José, yo a usted nada tengo que justificarle. ¡Ni a usted ni a nadie!”
“Pero es que hay que ser bien hipócrita, Herminia, para vivir aquí y andar en eso que anda usted.”
“¿Ve José? Yo se lo dije, esa Herminia es una sinvergüenza, una descarada.”
La consulta sobre la que estaba trabajando tendría que esperar, en el pasillo del baño se estaba guindado la señora del café con el mensajero y la de mantenimiento. Un debate político real, de los que valen en verdad. Nada de cháchara politiquera ni lógica aristocrática.
“Es usted una traidora, Herminia. Una vende patria.”
“Vende patria nada, estabas tu chiquito cuando yo ya estaba en estas andanzas.”
“José yo le dije que la Herminia los apoyaba desde hace bastante tiempo, hasta se pone sus colores cuando sale del trabajo.”
Ya yo había dejado mi puesto y, arriesgando la humillación de ser descubierto en plan de vieja chismosa, pegué mi oreja a la puerta que daba al pasillo del baño.
“Pero claro que me pongo sus colores ¡Magallanera hasta la muerte!”
“Nojose Herminia, usted no tiene salvación.”
“¡Dígale José, dígale! Si sigue por donde mismo termina chavista.”
“¿Chavista, María? ¡Chavista será su abuela nojuegue! Primero caraquista y antes que eso la muerte. ¡Estos caraquistas no saben na´!”
Que papelón.
Mientras saltaba de puntillas hasta mi puesto, pude escucharlos romper en carcajadas al unísono y regodearse en una echadera de vaina fraternal.
Para leer mi último escrito en Prodavinci, click aquí: Sobre Brujas y Troles. Una breve nota sobre los demonios que enfrentan los escritores, adornado con un poco de self-deprecating humor.
Un comentarista del Blog me hizo llegar un artículo sobre las causas de la muerte de Andy Irons. En dos platos, el autor, basado en el dicho de una persona cercana a la familia quien prefirió mantenerse en el anonimato, concluye que la muerte del campeón no fue a causa del Dengue sino por abuso de alcohol y drogas. Aquí se los dejo para su consumo: Surfer Andy Irons Last Drop
En lo personal, siempre he opinado que un chisme de procedencia incierta nunca podrá ser más que eso, un chisme. Igual no deja de ser una tragedia. Un último adiós para los de guarapo débil.
El impulso de correr olas es casi tan natural como echarse a andar. Piénsenlo. Hasta en el más inocente baño de playa es difícil resistir la tentación de alcanzar al oleaje y dejarse llevar por el espumón. Mi abuelo fue un gran corredor de olas. Para él se trataba de una mezcla entre distancia recorrida y capacidad pulmonar. Mientras más lejos mejor. Solía entrelazar los dedos, estirar los brazos, bajar la cabeza y poner el cuerpo rígido como una tabla de madera, siempre haciendo pequeños ajustes a su técnica para superar su propia marca. Sin saberlo, entendía perfectamente la esencia del surf.
Nunca había escrito sobre lo que más me gusta. Me prometí que nunca lo haría. La razón es sencilla: son pocos los surfistas capaces de hablar del tema sin demostrar una pasión desmedida y casi evangélica. El resultado siempre es el mismo, a quien no forma parte de esta “contra-cultura” lo más probable es que le parezca pura charlatanería comeflor. Rompo mi promesa solamente porque los acontecimientos de los últimos días me han obligado a hacerlo.
Antes que nada, tengo que confesar que me acerqué a esta disciplina por mi fobia a los deportes de equipo y a las competencias. El surf era un “deporte” que podía hacer yo solo y que no dependía de ganar o perder. Una forma de evadir mi maletismo crónico. Me costó mucho aprender, pero luego de mucho esfuerzo, todo lo que tomó fue una sola ola para entender de que se trataba y para quedar prendado de por vida. No voy a tratar de explicarlo, la única forma de entenderlo es hacerlo y tampoco quiero caer en el evangelismo intenso del que hablaba antes.
A pesar de que el surf no es competitivo por naturaleza, el surf profesional ha generado una serie de personalidades que generación tras generación han moldeado al deporte a su imagen y semejanza. Uno de los grandes logros del surf competitivo en los últimos tiempos es haberle lavado la cara a los surfistas. Los tiempos han cambiado. Muy atrás ha quedado la imagen que introdujo el infame Jeff Spicolli (Sean Penn) en Fast Times at Ridgemont High del drogadicto bueno para nada. Los surfistas profesionales, hoy en día, son grandes viajeros, cultos, dados a las artes y poseedores de una condición física que hasta el mismo Michael Phelps envidaría. Y el estándar por el cual todos los surfistas son medidos: Kelly Slater.
Kelly Slater ha sido el competidor a vencer por los últimos 20 años. Además, su estilo progresivo al surfear y su imagen de buen muchacho lo han convertido en un éxito comercial, en una industria que mueve miles de millones de dólares al año. A sus 38 años, Kelly, es el invencible hermano mayor del surf. O casi invencible. Por tres años consecutivos Kelly perdió el campeonato mundial a manos de Andy Irons. Palabras iban y venían en lo que se fue convirtiendo en una intensa rivalidad mediática sin precedentes en la historia del surf. Andy era uno de los competidores más feroces en el agua, pero su personalidad desinteresada y una química inevitable, lograron que, a lo largo de los años, estos dos titanes de las olas desarrollaran un profundo respeto el uno por el otro.
El pasado 2 de noviembre (2010) esta rivalidad llegó a un triste fin. Andy Irons fue encontrado sin vida en un cuarto de hotel en la ciudad de Dallas, a pocos días de haberse retirado de un torneo que formaba parte del campeonato mundial en Puerto Rico. Aparentemente, Andy quien había sido diagnosticado con Dengue, estaba viajando de vuelta a Hawaii para ser tratado por su médico de confianza. Las causas de la muerte todavía no son claras, pero es muy probable que haya sido una mezcla entre la caprichosa enfermedad y la falta de información en cuanto a su tratamiento. [Luego de la autopsia se comprobó que Andy había sufrido un paro cardíaco asociado al abuso de narcóticos]
A los pocos días Kelly conquistaba el campeonato mundial dedicando la victoria a la memoria de su aguerrido rival. Kelly Slater se convirtió en, quizás, el atleta más exitoso y consecuente de la historia al hacerse acreedor de 10 títulos mundiales (20 años a la cabeza del deporte). No hay un Michael Jordan, Tiger Woods ni
Schumacher que se le acerque. Todo un acontecimiento y, sin embargo, no puedo dejar de pensar en Andy, agonizando en ese solitario cuarto de hotel en Dallas, probablemente recordando todo lo que dejaba atrás: su esposa, su hijo por nacer, su hermano, sus padres, sus amigos y miles de olas que quedaron sin surfear. No creo que la competencia haya estado entre sus últimos pensamientos. Así es el surf, puedes tratar de competir con los demás todo lo que quieras, pero al final, la carrera es contra uno mismo.
Mahalo
Para leer mi último escrito en Prodavinci sobre Martin Scorsese, Boardwalk Empire y el control de cambio, hacer click aquí: Marty y la escasez de whisky. Incluye algunas opiniones controversiales sobre las películas de mafia. Espero lo disfruten.