I
Como fanático de los comics siempre tuve la ilusión de conocer el primer superhéroe venezolano. Sufrí una gran decepción en los noventa con el Camaleón, cuando en una oportunidad su primera plana mostraba a un musculoso enmascarado tricolor con siete estrellas en el pecho luchando contra el Capitán América. Tristemente, se trataba de un mal chiste sobre el control de cambio del gobierno de Caldera. Pero no he perdido la esperanza. No tendría que ser un hombre necesariamente. Podría ser una mujer, quedaríamos modernísimos. El tema del nombre es esencial, todo el mundo sabe que los superhéroes nacen con su nombre. Tradicionalmente, o por lo menos en las historietas clásicas (Batman por ejemplo), los nombres de las heroínas solían ser juegos de palabras que incluían la palabra girl (chica): Batgirl o Batichica. Otro ejemplo es el de la mal comportada prima kriptoniana de Clark Kent, Supergirl. A pesar de lo que puedan afirmar algunas activistas del feminismo, el girl de ninguna manera es peyorativo o denigrante. Es simplemente por eso de que a las mujeres les encanta esconder su edad. La Mujer Maravilla no cuenta, pues fue producto de un autor con fuertes tendencias feministas (aunque rápidamente la aguerrida amazona se convirtiera, junto a Bettie Page, en ícono del Bondage en los Estados Unidos y el mundo).
II
Para quienes no lo saben, la función de la Defensoría del Pueblo es la de velar por el cumplimiento y respeto de los Derechos Humanos en el país. En otras palabras, proteger a los ciudadanos de posibles abusos por parte de la administración pública (quien es la única que puede violar Derechos Humanos). El Defensor del Pueblo tiene una gran cantidad de facultades y obligaciones que lo enfrentan con poderosas instancias del gobierno. La Constitución, en su inmensa sabiduría, establece en su artículo 282 que el Defensor o Defensora del Pueblo “gozará de inmunidad en el ejercicio de sus funciones y, por lo tanto, no podrá ser perseguido, detenido, ni enjuiciado por actos relacionados con el ejercicio de sus funciones.” En un mundo donde los millonarios no se disfrazan de murciélagos para golpear a ladrones de gallinas y en el que los periodistas no vuelan, esto es lo más cercano a un superpoder. Para colmo, el cargo de Defensor del Pueblo es mundialmente conocido por el término suizo: Ombudsman (nótese la sorprendente similitud con Superman, Batman y Aquaman).
III
Ombudsgirl. Un nombre digno para nuestra superheroína. Digno de sus poderes y esa noble tarea que tiene entre sus manos: luchar por los derechos del débil frente al insaciable Leviatán. ¿Y quién será la persona que cargue con tal responsabilidad? Una sencilla muchacha llamada Gabriela del Mar Ramírez, quien se describe como poco “lustrosa” (punto que nadie discute) y que ha tratado de pasar los últimos cuatro años “agachada”, inconspicua y en silencio, para no levantar sospecha alguna sobre su verdadera identidad. Mala pata, su destino la alcanzó. Nunca pudimos pensar que sería peor que su antecesor, Germán Mundaraín; ni siquiera con su indiferencia frente a la represión contra el movimiento estudiantil o con su nefasta e inolvidable intervención en el episodio de las puertas de la UCV. Pero su ineptitud e ineficiencia en el caso de la toma del Rodeo I, a grandes zancadas, la ha puesto en el primer lugar de la mediocridad. La Defensoría fue la primera invitada a la fiesta y la última en llegar.
Es lamentable, la intocable Ombudsgirl, no es más que otra heroína de fantasía.Publicado originalmente en Código Venezuela.
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