Salir en Caracas es un deporte extremo. No es que sea un experto en la materia, pero siempre he creído en el cliché ese que dice que los mejores consejos los dan aquellos que se han equivocado quinientas veces (o mil). En fin, el poder decir he estado ahí, me ha dado la facultad de dar consejos a quien los quiera escuchar o, por lo menos, poder aparentar hablar con propiedad sobre el tema. Además, puedo decir con tranquilidad que he estado en todos los eslabones de la cadena alimenticia, del más bajo hasta el más alto al más bajo otra vez. Si, el Circle of Life de la noche Caraqueña es implacable. Crearse una reputación decente cuesta años. Todo el trabajo que toma construir una reputación que sea sponge worthy se puede echar para atrás en cuestión de una semana de juerga irresponsable o, peor aún, con una de esas noches memorables sobre las cuales uno no recuerda nada y que quedaron grabadas en la memoria social de Caracas hasta el fin de los tiempos. Salir de ese foso cuesta dios y su ayuda y a veces ni siquiera eso es suficiente. Pero anyway, ese no es el tema, lo que viene no es un playbook para echar vaina sin rayarse, sino un compendio de perfiles desarrollados a través de una serie de historias anecdóticas y otras ficticias (sin distinguir cual es cual) de lo que podemos encontrar en los tugurios, boliches, botiquines, matrimonios y otros de índole similar de nuestra querida y temida ciudad de Caracas.
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