Thursday, December 30, 2010

El rostro del delito

A todos nos ha pasado. Compraste un nuevo teléfono. Tras horas de luchar para salvar la base de datos de tu viejo aparato (quien sobrevivió galantemente a los peligros que asechan en Ciudad Gótica), te das cuenta que no conoces a nadie en tu lista de contactos. “Ah, debe ser que Luis se lo regaló a la novia o que Jorge, el muy tacaño, lo vendió.” Pues no, estás equivocado. Los integrantes de esa lista bien podrían ser los más buscados por la Petejota (CICPC). Se roban los celulares y ni siquiera los venden, son para ellos o para la jevita.

Como podrán imaginar, también me ocurrió a mi. Al actualizar mis contactos, donde debían aparecer los nombres de mi abuela y de la tía Julia, se leía: Yornick y Yeimy, respectivamente. ¡Qué descaro! Y lo peor de todo, para agregar insulto a la injuria, ambos personajes tuvieron el tupé de preguntarme: “Kien eres?” Hay que tener las bolas bien cuadradas. Antes de mentarles la madre y eliminarlos de mis contactos para siempre, grabé las fotos de sus perfiles en mi teléfono. Las grabé para algún día vengarme, para algún día someterlos al escarnio público, para algún día desenmascarar a los machotes que tuvieron el valor de despojar a una octogenaria de su teléfono celular. Ese día ha llegado. A continuación, el rostro del delito.

Advertencia: Imágenes fuertes

Yeimy

Yornick

Wednesday, December 29, 2010

El Misterio del Kuerbo

Para leer mi último escrito en Prodavinci, hacer click aquí El Misterio del Kuerbo

Un pequeño trabajo de investigación histórica aplastado por la casualidad.

Monday, December 27, 2010

A Nivel de Pasillo: La Traidora

Conversaciones a Nivel de Pasillo: Son aquellas conversas que atentan contra la concentración o alimentan la procrastinación en el quehacer diario. También sirven como termómetro de nuestra sanidad mental-

“¡María, usted es una embustera!”

“Nada de embustera, pregúntele usted mismo que aquí mismito la tiene.”

“Diga usted señora Herminia, si lo que me dice aquí su compañera, la distinguida María, es cierto. ¿Es verdad qué después de tanta porquería usted sigue en lo mismo?”

Mi antena política se activó inmediatamente.

“José, yo a usted nada tengo que justificarle. ¡Ni a usted ni a nadie!”

“Pero es que hay que ser bien hipócrita, Herminia, para vivir aquí y andar en eso que anda usted.”

“¿Ve José? Yo se lo dije, esa Herminia es una sinvergüenza, una descarada.”

La consulta sobre la que estaba trabajando tendría que esperar, en el pasillo del baño se estaba guindado la señora del café con el mensajero y la de mantenimiento. Un debate político real, de los que valen en verdad. Nada de cháchara politiquera ni lógica aristocrática.

“Es usted una traidora, Herminia. Una vende patria.”

“Vende patria nada, estabas tu chiquito cuando yo ya estaba en estas andanzas.”

“José yo le dije que la Herminia los apoyaba desde hace bastante tiempo, hasta se pone sus colores cuando sale del trabajo.”

Ya yo había dejado mi puesto y, arriesgando la humillación de ser descubierto en plan de vieja chismosa, pegué mi oreja a la puerta que daba al pasillo del baño.

“Pero claro que me pongo sus colores ¡Magallanera hasta la muerte!”

“Nojose Herminia, usted no tiene salvación.”

“¡Dígale José, dígale! Si sigue por donde mismo termina chavista.”

“¿Chavista, María? ¡Chavista será su abuela nojuegue! Primero caraquista y antes que eso la muerte. ¡Estos caraquistas no saben na´!”

Que papelón.

Mientras saltaba de puntillas hasta mi puesto, pude escucharlos romper en carcajadas al unísono y regodearse en una echadera de vaina fraternal.